Todos los años, el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (Ipcva), realiza un estudio de consumo a nivel nacional.
Para el estudio, el Instituto clasifica a los consumidores en cuatro categorias:
Fanáticos: están satisfechos con los productos cárnicos, se quedan con la carne y la recomiendan a otras personas para su consumo.
Mercenarios: son quienes a pesar de estar satisfechos con la carne, si ven algo más barato, consumen el más económico.
Rehenes: Son aquellos que pese a no estar satisfechos consumen el producto porque no encontraron otro reemplazo.
Terroristas: Son los que ya reemplazaron la carne vacuna y no piensan volver a consumirla.
Los resultados del estudio son concluyentes:Cuatro de cada diez argentinos son "fanáticos" de la carne vacuna, eso significa que 6 de cada 10 argentinos no tendrían problema en dejar de consumir carne en busca de otras alternativas.
Sobre todo en las nuevas generaciones, los millennials, quienes por ejemplo, quieren saber más qué hay detrás de la carne y asocian el consumo a la vivencia de una experiencia.
Eso los está obligando a realizar análisis de consumo más profundos, y cuanto más "analizan", más evidente es el avance del veganismo. Este informe de Monitor Online (2017) indica que casi el 11% de la poblacióno no recomienda comer carne vacuna.
En otras encuestas, el Ipcva preguntó a los consultados si tenían alguien cercano vegano o vegetariano y un 14% respondió que sí. Para Bifaretti, se trata de un fenómeno que va a seguir creciendo y al cual hay que prestarle atención:
“En el último año el consumo de hamburguesas cárnicas, de pollo, de cerdo y carne vacuna bajó un 2 % y el consumo de hamburguesa vegana subió un 35 %”. Mientras tanto, los valores de consumo en argentina registran una baja histórica.
También se le ha consultado a los encuestados si estaban dispuestos a probar la carne artificial y un 24% respondió que sí.
Esta clasificación hacia los veganos como "terroristas" manifiesta con claridad el "terror" que está experimentando la industria ganadera, frente al ya innegable aumento de personas que abrazan al movimiento de los derechos de los animales.
El crecimiento de la conciencia humana frente a la explotación animal demuestra que muchos grupos económicos deberán hacer cambios radicales ya que mucho antes de lo esperado, desaparecerán los actuales modelos de consumo basados en la industria animal.
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